Enrique Piña Batista, orientador en Santiago de la Espada (Jaén) reflexiona en su página en Facebook ("Diario de un orientador") sobre la evaluación.
Estamos a punto de acabar un trimestre y es el momento de dar las notas, tan esperadas por algunos alumnos y temidas por otros. Los padres también, con las notas, se llevan grandes sorpresas, a veces, y muchos quebraderos de cabeza, cuando ven que sus esfuerzos no se ven reflejados en los resultados de sus hijos e hijas adolescentes. Sin duda, es una realidad complicada, en muchos hogares, el tema de los estudios.
Resuena en mí esa frase de Miguel Angel Santos Guerra: “Evaluamos para hacer ajustes”. Este es el sentido de todo proceso de evaluación: pararse, mirar el presente, ver cómo ha ido el primer trimestre y hacer los ajustes necesarios para reparar, para mejorar, para apuntalar lo que sea necesario.
Sin este trabajo “post-evaluación” carecería de sentido evaluar. Dentro de la misma, nosotros, como docentes, también necesitamos evaluar nuestro trabajo con el alumnado, con los profesores del departamento, con el centro en general. También ahí es necesario una mirada hacia atrás y ver el conjunto de lo que han sido estos cuatro meses de trabajo como profesores.
Formularnos preguntas: Esto que me ha ocurrido, ¿qué quiere decir? Y, ¿hacia dónde me dirijo con esta información que me han dado, sobre mí, los profesores y profesoras que me dan clase? O: ¿Qué he de adaptar de mi metodología con este grupo, tras estos resultados?
La riqueza de lo que significa evaluar se pondrá en juego si nosotros, en primer lugar, como docentes, estamos viviendo dicho proceso evaluador con un enfoque amplio, abierto, valioso y que cuidamos hasta en los pequeños detalles. ¡Le doy la bienvenida a este momento de evaluación del final del primer trimestre!
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Imagen vía Kike Piña |
Sin este trabajo “post-evaluación” carecería de sentido evaluar. Dentro de la misma, nosotros, como docentes, también necesitamos evaluar nuestro trabajo con el alumnado, con los profesores del departamento, con el centro en general. También ahí es necesario una mirada hacia atrás y ver el conjunto de lo que han sido estos cuatro meses de trabajo como profesores.
Formularnos preguntas: Esto que me ha ocurrido, ¿qué quiere decir? Y, ¿hacia dónde me dirijo con esta información que me han dado, sobre mí, los profesores y profesoras que me dan clase? O: ¿Qué he de adaptar de mi metodología con este grupo, tras estos resultados?
La riqueza de lo que significa evaluar se pondrá en juego si nosotros, en primer lugar, como docentes, estamos viviendo dicho proceso evaluador con un enfoque amplio, abierto, valioso y que cuidamos hasta en los pequeños detalles. ¡Le doy la bienvenida a este momento de evaluación del final del primer trimestre!
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